viernes, 1 de noviembre de 2019

El Crímen de Hinterkaifeck

Interkaifeck , una pequeña granja situada entre las ciudades bávaras de Ingolstadt y Schrobenhausen (a unos 70 km al norte de Munich), fue el escenario de uno de los crímenes más extraños y desconcertantes de la historia de Alemania. Durante la noche del 31 de marzo de 1922, los seis habitantes de la granja fueron asesinados con un azadón. El asesinato sigue sin resolverse hasta hoy.

Las seis víctimas fueron el agricultor Andreas Gruber (63) y su esposa Cäzilia (72); su hija viuda Viktoria Gabriel (35) y sus dos hijos, Cäzilia (7) y Josef (2); y la criada María Baumgartner (44). Se rumoreaba que Josef, el hijo de Viktoria era también hijo de su padre Andreas, con quien habría tenido una relación incestuosa.

Unos días antes del crimen, el agricultor Andreas Gruber dijo a los vecinos que había descubierto huellas en la nieve que iban desde el borde del bosque hasta la finca, pero ninguna de vuelta. Además, habían perdido un juego de llaves de la casa días antes de los asesinatos, pero no se informó a la policía.

Seis meses antes, la criada anterior había dejado la finca, alegando que estaba embrujada; la nueva criada, María Baumgartner, llegó a la finca el 31 de marzo, sólo unas horas antes de su muerte.

Exactamente lo que ocurrió el viernes por la noche no se puede saber con certeza. Se cree que la pareja de ancianos, así como su hija Viktoria y su hija Cäzilia, fueron de alguna manera atraídos al granero de uno en uno, donde fueron asesinados. A continuación el asesino entró en la casa donde mató al hijo de dos años de edad de Viktoria, Josef, que dormía en su cuna en la habitación de su madre, así como a la criada, María Baumgartner, en su dormitorio.


Al principio se pensó en un robo pero quedó descartado ya que en la casa se encontraron joyas valiosas y dinero, así que la idea quedo descartada.

Se interrogaron a casi cien personas pero no había pruebas en contra de ninguno de ellos. La investigación se centró entonces en el antiguo pretendiente de Viktoria, el joven Lorenz Schlittenbauer quien reconoció odiar al padre de Viktoria ya que estaba convencido de que este era en realidad el padre de Josef, pero que con su muerte, no ganaba nada, por lo que lo dejaron en libertad

Las cabezas de las victimas fueron enviadas a Múnich, para un estudio exhaustivo, pero a pesar de todo no se obtuvo ninguna información nueva. Dichas cabezas se perdieron durante la Segunda Guerra Mundial, los cuerpos por otro lado fueron enterrados en el cementerio de Waidhofen.

En 1923 la granja fue derribada, pero hasta la fecha el caso sigue sin resolver.



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