La verdad sobre Aokigahara, el bosque de los suicidios japonés
Hace años, cientos de nipones acababan con sus vidas entre los árboles. Hoy ni siquiera existen cifras para evitar el contagio. ¿Qué está pasando ahí dentro?
En 2016 'El bosque de los suicidios', la película de terror dirigida por Jason Zada y protagonizada por Natalie Dormer –a quien muchos recordarán por su papel de Margaery Tyrell en 'Juego de tronos'– que explota el viejo mito del bosque de Aokigahara. En ella, Sara (Dormer) se penetra en la arboleda del paisaje nipón en busca de su hermana desaparecida, a pesar de las advertencias sobre su carácter sobrenatural, y allí se encontrará (¡sorpresa!) con un buen puñado de almas en pena.
¿Cuánto hay de cierto y cuánto de leyenda en el supuesto carácter fantasmal del bosque? Como suele ocurrir con esa clase de lugares, los mitos terminan convirtiéndose en realidad a medida que el pasa el tiempo, como si se tratase de una profecía autocumplida en la que, además, la cultura popular juega un papel clave. Hay pocas dudas de que, hoy en día, se ha convertido en el lugar preferido de los suicidas japoneses para poner fin a sus vidas, un dudoso honor que le convierte en el tercer sitio donde más personas ponen término a su existencia después del Golden Gate en San Francisco y el puente sobre el Yangtze de Nanjing, en China.
Espíritus malignos y pobres suicidas
Como cuentan los visitantes, hay un ambiente casi sobrenatural en el bosque Aokigahara. Su fauna y flora contribuyen al efecto de extrañamiento que experimentan sus visitantes. Apenas hay ruidos en él, debido, sobre todo, a la escasez de animales. Además, la vegetación es tan tupida que impide que el viento sople, lo que contribuye a una peculiar sensación de quietud. Orográficamente, resulta bastante llamativo: además de un gran lago, hay grandes cuevas heladas. Además, no es tan extraño que el viajero perdido se tope con restos humanos en el bosque, y hay algunas páginas web donde pueden verse escalofriantes ejemplos. Debido a los yacimientos de hierro magnético que hay bajo el bosque, es común que las brújulas dejen de funcionar.
La media aproximada de suicidios hasta 1988 era de 30 al año, pero en 2002 la cifra había aumentado hasta los 78 y, en 2003, hasta 100
Mitología aparte, el Aokigahara comenzó a granjearse su fama durante el siglo XIX, cuando las hambrunas provocaron que muchos padres abandonasen a niños y ancianos en el bosque. No obstante, la fascinación moderna por el bosque se remonta a 1960, cuando Seicho Matsumoto publicó una de sus novelas más célebres, 'Nami no Tou', en la que sus protagonistas acababan con sus vidas en el bosque, cual Romeo y Julieta japoneses. Sin pretenderlo, generó un efecto llamada que provocó que muchas personas se desplazasen hasta el bosque para acabar son sus vidas, aunque ya hacía tiempo que Aokigahara se había convertido en el lugar preferido por los suicidas. Suele citarse la cifra de 500 para hablar del número de cadáveres que se han encontrado en el bosque, aunque su amplitud y frondosidad puede ocultar muchos más. En algunas zonas, es tan tupido que resulta imposible ver incluso a mediodía.Otros datos, no obstante, son mucho mayores. La media aproximada de sucidios hasta 1988 era de 30 al año, pero en 2002 la cifra había aumentado hasta los 78 y, en 2003, hasta 100. Según un reportaje publicado en 'The Japan Times', en el año 2012 más de 200 personas habían intentado acabar con sus vidas entre la vegetación, de los cuales 54 habían tenido éxito. La mayoría de ellos, a través de una sobredosis de drogas. Desde entonces, el gobierno ha dejado de ofrecer números para evitar la imitación. No hay que olvidar que Japón es uno de los países donde más suicidios se producen: en 2013, aproximadamente, 27.300.
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